Disponibles en el mercado desde hace más de 20 años, los Fondos de Inversión en Derecho Crediticio, también conocidos como FIDC, han visto renovado su interés en los últimos años, sobre todo entre las startups del área financiera (fintech). Los empresarios se dieron cuenta de que sería posible convertir el flujo esperado de pagos por cobrar en flujos originarios de derechos crediticios, captando fondos que podrían apalancar el crecimiento y el desarrollo de nuevos productos y proyectos.
El beneficio es especialmente interesante para las startups que buscan algo de tracción, y la estrategia parece haberse intensificado entre los emprendedores en los últimos 12 meses, con recaudaciones de millones e incluso miles de millones de reales. El más reciente fue el caso de iugu, una fintech que recaudó BRL 100 millones en FIDC de Bradesco BBI, con el objetivo de anticipar las cuentas por cobrar a los clientes de la plataforma de pago.
Antes, CloudWalk, propietaria de la fintech InfinitePay, ya había revelado que había recaudado BRL 2.100 millones en un FIDC estructurado por Itaú BBA, la misma institución financiera que participó en la recaudación de BRL 180 millones en un FIDC para apoyar a MovilePay en la ampliación de la oferta de crédito a los restaurantes asociados a iFood. Provu, una fintech de préstamos personales online, también adoptó un movimiento similar cuando recaudó BRL 1.400 millones en un FIDC liderado por Goldman Sachs.
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Pero, ¿qué son exactamente los FIDC?
Los Fondos de Inversión de Derecho Crediticio (FIDC) son fondos de inversión representados sobre todo por derechos y valores representativos de créditos, que generalmente tienen su origen en operaciones realizadas por empresas del sector financiero, comercial, industrial, inmobiliario o incluso de prestación de servicios. Un FIDC puede estar compuesto por instrumentos tales como letras de cambio, cheques, contratos de financiación y todo tipo de operaciones financieras de crédito a cobrar.
La explicación proporcionada por B3 se basa en el ejemplo clásico de la compra a plazos con tarjeta de crédito: en cuanto el consumidor se decide por la compra a plazos, las cuotas a vencer – llamadas cuentas por cobrar – pueden venderse a un FIDC en forma de derechos crediticios. De esta manera, la empresa puede anticipar la recepción de estos fondos, que están por llegar, a cambio de un descuento – y es esta diferencia la que remunerará a los inversores del FIDC.
Es decir, las cuentas por cobrar de una startup pueden transformarse en activos de un FIDC, dejando a los inversores que adquieren sus cuotas indirectamente expuestos tanto a los rendimientos como a los riesgos de estas cuentas por cobrar. Al mismo tiempo, la startup puede captar recursos financieros mediante la titulización de estas cuentas por cobrar, que pueden ser cuentas por cobrar realizadas (operaciones comerciales ya finalizadas) o aún por realizar (todavía van a ser finalizadas).
Importantes para la economía y en rápido crecimiento
Abrir la posibilidad de que las empresas puedan recaudar fondos ahora con base en promesas de ingresos futuros es importante para el funcionamiento de la economía porque permite que las que están en la «primera línea» tengan más capacidad para permitir las ventas financiadas, explica la profesora Liliam Carrete, que enseña Finanzas para Startups en la Facultad de Economía y Administración (FEA) de la Universidad de São Paulo (USP). “Como hay un límite de capital, el empresario puede vender esa cuenta por cobrar, hacer anticipos y generar nuevas ventas. Es beneficioso para el conjunto de la economía, siempre y cuando se entienda y pueda evaluar el riesgo de este producto”, advierte.
Para asegurar que este importante instrumento no sea mal utilizado, las operaciones con FIDC operan en Brasil bajo regulaciones muy claras, establecidas por el Código Civil (Ley N° 12.431/11) y también por instrucciones y resoluciones normativas de la Comisión de Valores Mobiliarios (Instrucción CVM N° 356) y del Banco Central (Resolución CMN N° 2.907).
Las reglas se aplican por igual a las empresas tradicionales que quieran captar fondos para financiar posteriormente su cadena de valor – por ejemplo, las empresas de los sectores de alimentos, textiles y muebles que empiezan a ofrecer crédito a los consumidores y revenden estas cuotas a los FIDC – y a las startups que quieran negociar sus cuentas por cobrar, transformándolas en créditos originarios para la captación de fondos a través de los FIDC.
Desde 2018, la cantidad de FIDC y el capital representado por estos vehículos de inversión han crecido sustancialmente. Según los expertos consultados por LABS, esto se debe tanto al impulso de la digitalización del sector de la titulización, que facilita la identificación de los deudores y la formalización de las transacciones, como al incentivo de los reguladores del mercado financiero brasileño, especialmente con los movimientos de open banking y open finance, liderados por el Banco Central.
“Ha habido un esfuerzo por darle una mayor granularidad al mercado de tarjetas de crédito desde 2013, así como cambios regulatorios e infra regulatorios que han tratado de hacer el BC y la CVM para impulsar el crecimiento de la titulización y la competitividad del mercado de crédito. Esto genera una gran expectativa de participación de la titulización en el mercado, haciendo más fluido el proceso brasileño de crédito en su conjunto, lo que es muy bienvenido», señala Marcelo Ferraz, coordinador de la comisión temática de derechos crediticios de la ANBIMA (Asociación Brasileña de las Entidades de los Mercados Financiero y de Capitales), refiriéndose a las estrategias de modernización del sistema de pagos en Brasil.
En la opinión de Ricardo Binelli, socio-director de Solis Investimentos, especializada en la gestión de FIDC, este tipo de fondos funciona como un instrumento de desintermediación, permitiendo financiar empresas y personas sin necesidad de la presencia de un banco en el proceso. En otras palabras, esto no era exactamente el «sueño de consumo» de los grandes bancos, pero aportó una mayor diversidad a los productos de crédito disponibles en el mercado. “Las nuevas normas regulatorias que han surgido desde 2013 han permitido la aparición de las fintech y de varias otras posibilidades de dar crédito. Y este nuevo grupo que está dando crédito también tiene que ceder, porque no tiene el balance para colocar en cartera estos créditos que originan”, contextualiza el experto.
Productos similares al FIDC existen desde hace tiempo en Estados Unidos y Europa, donde el mercado de titulización ya está muy desarrollado. La diferencia, en general, radica en las características legales de los productos internacionales, que suelen ser algo diferentes. “Lo que vemos es que el mercado brasileño busca sintetizar aquí la base legal presente en el mercado internacional”, analiza Ferraz.
Las nuevas dinámicas permiten la financiación a través de los FIDC incluso en las fases iniciales
Los montantes captados por los últimos FIDC, en millones y miles de millones de reales, ya muestran que, en general, se trata de una estrategia más alineada con las startups más maduras, también conocidas como “later stage”. Esto se debe a que las startups que crean sus propios FIDC necesitan tener un número relevante de originación de créditos para que este formato de captación de fondos sea financieramente interesante. “El FIDC tiene una estructura de costos un poco superior a la de un fondo de renta fija, y por lo tanto necesita capital, una cartera de crédito, que tenga un volumen suficiente para diluir los costos y entregar una mejor rentabilidad a los inversores”, explica Binelli.
Sin embargo, hay una estrategia que están desarrollando algunos gestores de capital que apuestan por un formato de “almacén”, agrupando cuotas de crédito de diferentes startups en fase inicial (early stage) en un mismo FIDC. Así, en lugar de crear su propio FIDC y asumir todos los costos de esta estructura, las startups en etapa inicial empiezan a originar crédito para un FIDC «colectivo» de un gestor de fondos.
“Esta estrategia de warehouse [almacén] permite a la fintech poner su energía en la originación del crédito, pero al mismo tiempo mantiene una alineación de intereses, porque la startup necesita poseer al menos una parte de la participación subordinada de ese fondo”, explica Binelli, citando algunos de los FIDC de su cartera que pasaron por la etapa de warehouse, como el FIDC TradePay, el primer FIDC fintech dedicado que salió al mercado, y el FIDC de ASAAS, una fintech de microcrédito para microempresarios.
(Traducido por Adelina Chaves)