Detrás de un emprendedor exitoso, casi siempre hay un padrino que lo financió. Los fondos de capital emprendedor o también conocidos como venture capital juegan un papel fundamental en la vida de un negocio, sobre todo en América Latina. La región tiene un gran potencial para innovar y aunque la pandemia de COVID-19 trajo consigo un golpe mortal para cientos de emprendedores, el venture capital no dejó de moverse en 2020.
Durante el año pasado, se alcanzó un número récord de acuerdos, ya que se invirtieron USD 11 mil millones en 106 nuevas salidas destinadas a diferentes startups latinas, según datos de la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina (LAVCA).
En el caso del capital de riesgo la cifra superó los USD 4 mil millones en 488 acuerdos, cifra que es la segunda mayor registrada, después del éxito que se logró en 2019. No obstante, la crisis sanitaria también evidenció las desigualdades que existen en el ecosistema emprendedor en LatAm.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó que para finales de 2020, la crisis sanitaria acabaría con 2.7 millones de emprendimientos en la región latinoamericana, cifra equivalente al 19% del total.
Cada ecosistema atravesó por diferentes cambios. En el caso de Colombia (considerado como uno de los mejores países de la región para hacer negocios), luego de superar múltiples obstáculos, al cierre del año pasado más del 80% de las microempresas y emprendimientos continuaron su operación y solo 5% tuvo que bajar la cortina, muestra el informe anual de Bancamía, entidad perteneciente a la Fundación Microfinanzas BBVA.
Brasil, la mayor potencia económica de Latinoamérica, sufrió la pérdida de casi 10 millones de emprendimientos a causa de la pandemia, un 18.3% más que el nivel registrado en 2019 por el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae).
El estrés financiero tuvo un fuerte impacto en Chile, donde en los primeros meses de la pandemia el 85.1% de los negocios se vio afectado y un 50.2% de manera más grave, según la encuesta “Impacto Pandemia”, elaborada por la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech).
La Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA) realizó una encuesta para medir el impacto del coronavirus en el país y descubrió que 27% de los emprendimientos a nivel nacional cerró de manera definitiva, en tanto que 64% dejó de operar entre marzo y abril de 2020.
México, considerada como la segunda mayor economía latinoamericana y cuyo crecimiento depende en gran medida de millones de empresas, sufrió un impacto negativo que afectó al 85.5% de las unidades económicas del país, reveló el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Eugenio Perea, venture partner en México del fondo de inversión Magma Partners, opina que el ecosistema a nivel regional vivió una crisis sin precedentes y de la que muchos emprendedores no lograron salir a flote.

La pandemia vino a cambiar muchas cosas que creíamos eran inamovibles en el mundo de los negocios, pero, aun con todas las dificultades, fuimos testigos de cosas extraordinarias, como el nacimiento de unicornios en México, que fueron impulsados por el venture capital
Eugenio Perea, venture partner en Magma Partners.
El desafío de subsistir sin respaldo
Con base en las encuestas realizadas por las principales asociaciones de emprendedores en México y Argentina, uno de los factores de coincidencia que más afectaron a los emprendedores durante la pandemia fue la falta de apoyos por parte de sus respectivos gobiernos.
En Argentina, la ASEA mostró que 34% de los emprendimientos resultaron afectados por las disposiciones gubernamentales; la falta de clientes también registró 34%; los desafíos financieros 11%, y los problemas relacionados con el pago de la renta 9%.
En México, las pequeñas y medianas empresas (pymes) y los emprendedores son los generadores del 72% de los empleos en el país, sin embargo, la Asociación de Emprendedores de México (ASEM) reveló en su última radiografía que 22% de los negocios fracasó porque sus propietarios tuvieron problemas para conseguir financiamiento.
Desde 2019, el ecosistema en México enfrenta múltiples desafíos. El 17 de octubre de ese año, el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) desapareció obligando a los emprendedores a conseguir nuevas fuentes de financiamiento.
La máxima autoridad del ecosistema emprendedor mexicano nació en 2013 con el propósito de apoyar a quienes tenían un negocio o la intención de arrancar uno, a través de recursos, asesoría y capacitación, pero al año de su creación el presupuesto que se le asignó comenzó a disminuir, hasta que con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador el organismo público desapareció.
En su último año de operación, el instituto recibió MXN 3 mil millones, uno de los montos más bajos en su historia y por debajo de los MXN 4 mil 137 millones que se destinaron para el ejercicio fiscal de 2018.
Este suceso equivale como si en Argentina la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y los Emprendedores (Sepyme) se extinguiera o en Brasil el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) dejara de existir.
Millonaria bolsa de recursos
Magma Partners es una de las firmas de mayor peso en América Latina, ya que se dedica a realizar inversiones de etapa temprana de USD 25,000 a USD 75,000, y para inversiones semilla los montos van de USD 100,000 a USD 500,000 , mientras que en inversiones de Serie A los montos alcanzan hasta los USD 1.5 millones.
Dentro de su portafolio de inversiones en la región se encuentran Albo, un servicio de banca móvil sin sucursales que ayuda a las personas a administrar su dinero; Chile Trabajos, el portal de empleo con mayor tráfico en ese país, y On top, startup con sede en Colombia que ayuda a las empresas internacionales a pagar a los trabajadores y contratistas remotos en todo el mundo mientras cumplen con las normas y regulaciones.
En el caso particular de México, los emprendedores cuentan con una importante bolsa para impulsar sus negocios, que no se limita al capital riesgo, también involucra el llamado private equity. Cifras de la Asociación Mexicana De Capital Privado (Amexcap) muestran que los recursos disponibles ascienden a los USD 60,000 millones y en la última década las rondas de levantamiento de capital se aceleraron 4.3 veces, con un crecimiento promedio de casi 16%.
Alejandro Diez Barroso, managing partner de DILA Capital, asegura que en términos de portafolio el efecto de la pandemia fue positivo por la adopción de nuevas tecnologías entre los consumidores y para los emprendedores el venture capital se convirtió en una alternativa para sortear la crisis.

Hace falta mucho capital para los emprendedores en América Latina, a pesar de que es un semillero de startups y el venture capital juega un rol importante para reactivar e impulsar negocios. Hay capital extranjero que está entrando en el mercado regional y cada vez hay más interés por invertir en empresas más jóvenes
Alejandro Diez Barroso, managing partner de DILA Capital.
En febrero, DILA Capital recaudó USD 35 millones para su nuevo fondo de inversión DILA IV, con el que se busca invertir entre 750,000 y USD 3 millones en compañías preserie A y Serie A que quieran hacer negocios en la región latinoamericana.
Un ecosistema emprendedor desigual
Cuando se decretó la emergencia sanitaria, muchos emprendedores en latinoamérica no estaban listos para hacer frente a la crisis más profunda en 100 años. Al no contar con apoyos gubernamentales y tampoco con inyecciones de capital privado su negocio se puso en riesgo.
Sin embargo, para otras startups la pandemia les permitió acelerar varios años su crecimiento y con ello apuntalar sus ingresos.
El ejemplo claro es el del supermercado en línea Jüsto que levantó USD 65 millones en la mayor ronda de inversión Série A de América Latina, que fue dirigida por la firma General Atlantic.
“La inequidad entre los emprendedores se profundizó con esta crisis. Por un lado tienes casos exitosos como el de Jüsto o DILA Capital con levantamientos de capital millonarios, y por el otro los emprendedores que tuvieron que bajar la cortina porque no lograron sobrevivir”, manifiesta Perea.
Hacia adelante, las empresas que se apalancaron del impulso digital derivado del Gran Confinamiento lograrán consolidarse, mientras que aquellas que no lo hicieron tendrán que replantear su modelo de negocio o enfrentarse a un duro destino: la muerte.
En la complicada coyuntura, el ecosistema en México fue testigo del nacimiento de sus primeros unicornios: Kavak (startup dedicada a la compra y venta de vehículos seminuevos) cuya valuación superó los 4,000 millones de dólares en abril pasado; Bitso (plataforma de exchange de criptomonedas), con un valor de 2,200 mdd; y Clip (fintech de pagos electrónicos), con una estimación de 2,000 mdd.
Barroso reconoce que el venture capital no es para todos los negocios, debido a que si no existe un componente tecnológico y de innovación es complicado que puedan entrar a este modelo de crecimiento acelerado.
“A los emprendedores que buscan financiamiento les recomendaría que primero sepan con quién se están asociando porque los fondos tienen diferentes maneras de operar. El venture capital está creciendo en América Latina y quienes se suban a esta ola tienen que ser conscientes de los riesgos que también existen, porque como en todo, hay cosas positivas y negativas”.