A solo cinco meses de la primera vuelta presidencial brasileña, un breve glosario etimológico para explicar el origen de las palabras que los brasileños usarán con frecuencia en los próximos tiempos. El origen de los términos suele aclarar muchas cosas sobre las costumbres actuales.
Gobierno
La palabra viene del griego κυβερνάω (kubernáo), que tiene que ver con “gubernaculum” (timón). De esta manera, gobernar era una forma de referirse a comandar el timón de un barco. O sea, se usaba originalmente para “conducir un barco”. Posteriormente empezó a usarse para “dirigir”, y luego para “gobernar”.
O sea, se trata de “conducir” la estructura burocrática, que suele irse a pique en diversos países de América Latina, muchas veces chocándose con icebergs que podrían verse a la distancia. Es decir, gobiernos Titanic (en los cuales generalmente se hunden primero los pasajeros de la clase baja).
Oposición
Esta palabra proviene del latín “opositio” y significa “acción y efecto de posicionarse en contra” (“ob” es “contra” y “positio” es “puesto”).
Por lo general, un gobierno tiene uno o varios partidos opositores. En algunas circunstancias la oposición está dentro del propio gobierno, como en el caso argentino, donde el actual gobierno, del presidente Alberto Fernández, tiene como principal oposición al grupo que responde a la vicepresidente Cristina Kirchner.
Presidente
El término viene del latín “praesidere”, que está formado por el prefijo “prae” (adelante) y “sedere” (estar sentado). O sea, estar sentado adelante. O, adelante para proteger a los demás.
Curiosamente, de “sedere” también se originan otras palabras como “deseo”, “posesión” y “residencia”.
La primera vez que se usó formalmente la palabra para designar a un jefe del Poder Ejecutivo fue en Estados Unidos. El término aparece de manera específica en la Constitución de este país. A partir de ahí, su uso se volvió común en otras repúblicas.
Sin embargo, en varios países latinoamericanos, luego de sus independencias entre 1810 y 1830, los jefes de Estado usaron los títulos de “Jefe Supremo” en la Argentina, “Director” (Director Supremo también) en Chile, “Jefe Político Superior” en Nicaragua, entre otros.
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Candidato
La palabra proviene del latín “candidatos”, que a su vez proviene de “candidus”, que significa “blanco” o, más específicamente, un color blanco brillante (mientras que “albus” era el color blanco fosco). Y, como la palabra viene de “candeo”, que es “brillar”, los candidatos debían destacarse del resto de la población por su brillo personal.
El color se refería a las togas blancas que, por una cuestión de ceremonial, usaban en los debates y en los discursos las personas que se presentaban para disputar puestos públicos.
Además, las togas quedaban bastante abiertas para que los electores pudieran ver sus cicatrices de guerra, una especie de símbolo de coraje en los constantes enfrentamientos bélicos de la antigua Roma.
Tanto en los tiempos de la República como del Imperio Romano el color blanco era asociado con la pureza. O sea, intentaban dar a entender que los candidatos eran puros, aunque muchos de ellos fueran (y sigan siendo) corruptos.
De la misma palabra latina derivan “candente”, “candelabro”, entre otras.
Militante
La palabra viene del latín “militans”, es decir, la persona que se entrena para la guerra o que forma parte de una milicia. Posteriormente la palabra se empezó a usar para denominar a los civiles que defienden fervorosamente a un líder político (o a un partido político).
Voto
Otro término proveniente del latín, “votum”. Era la promesa hecha ante los dioses. El verbo “vovere” significa “prometer solemnemente”. La persona que realizaba el “votum” se convertía en un “devoto” y tenía que cumplir su promesa para no irritar a los dioses (que podrían castigarlo). La palabra, de origen religioso, posteriormente se empezó a usar para referirse a la manera de cada persona elegir a un candidato de forma democrática.
Sufragio
En la antigua Roma, el voto político tenía otro nombre, se llamaba “suffragium” (del cual proviene la palabra “sufragio”).
Sufragio proviene de “suffragium”, que es la unión de “sub” (debajo”) y “frangere” (romper, hacer ruido de algo que se rompe), palabra que también dio origen a “naufragio”, “fragmento” y “fracaso”.
¿Pero, qué tiene que ver sufragar con romper? Metafóricamente, al votar, al sufragar, podemos romper algún status quo. Pero el sentido real de esto es que, en las antiguas votaciones, como no existía el papel, el voto era escrito en un trocito de cerámica rota. Estos pedazos se guardaban dentro de recipientes, predecesores de las futuras urnas.
Finlandia fue el primer lugar del mundo que aplicó el sufragio universal pleno, en 1906, en las elecciones municipales.
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Urna
Originalmente la urna (exactamente la misma palabra en latín) era un recipiente de cerámica que podía tener usos tan variados como el de guardar agua o las cenizas de los muertos. En este último caso, eran las urnas funerarias. De alguna manera, sigue siendo así en los tiempos actuales, con un toque fúnebre, teniendo en cuenta la gran cantidad de zombis de la política que disputan elecciones.
Campaña
La palabra viene del latín “campania”, que se transformó en el francés “campagne”, o sea, el campo abierto y plano adecuado a la realización de maniobras militares. Así, la palabra campaña, en el ámbito de los ejércitos, es usada para denominar a las operaciones agresivas para alcanzar un determinado propósito.Y en la política, a las mismas operaciones agresivas, pero para vencer las elecciones. En Estados Unidos, el término “campaign” ya se utilizaba con este sentido en el lejano año de 1809.
La primera campaña electoral con las características actuales ocurrió en Gran Bretaña en 1878, protagonizada por William Ewart Gladstone, que sería primer ministro en cuatro ocasiones en las últimas tres décadas del siglo XIX.
Discurso
Viene del latín “discursus”, que significa ‘carrera de un lado a otro’. O sea, hacer un relato para expresar lo que se siente o piensa, casi siempre de forma pomposa y dirigido a grandes grupos.
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Comicios
En la Roma antigua “comitium” era el nombre de la reunión pública en que los ciudadanos discutían asuntos de interés general. Los “comitium”, llevados a cabo sin ceremonias, ni rituales, eran bastante espontáneos y no tenían ningún peso legal. Pero era el lugar donde los políticos se enteraban de la “vox populi” (la voz del pueblo). Esta “voz” no se calculaba por el número de votos, sino por los abucheos o aplausos. De esta manera, los políticos se enteraban de lo que podría ser popular y lo que podría irritar a la población romana.
Posteriormente estas reuniones adquirieron otras características legales, como algunas atribuciones legislativas, y se convirtieron en espacios donde las personas empezaron a votar.
En estos lugares se armaba rápidamente un estrado de madera para que alguna autoridad hiciera avisos. Era la “tribuna”. De esta misma palabra luego se derivaría el término “tribunal”.
Partido
Esta palabra, de raíces latinas, viene de “partiri” (dividir), con el significado de que es una parte de algo fue cortado. O sea, un grupo separado del todo (una porción de la sociedad).
Pero el término “partido político” lo empezó a usar el político británico Edmund Burke, en el siglo XVIII, para diferenciarlo de “facción”, otro término muy utilizado en la época. El problema es que “facción” sonaba muy egoísta, poco abierto a las necesidades de la totalidad de la sociedad, como si solo atendiera a un grupo de toda la población.
Por eso, Burke consideró que debería existir un término más abarcador que, aunque estuviera compuesto por una división de la sociedad, lucharía por el bien de todos sus habitantes.
Diputado
El término proviene del latín “deputatus”, que es el participio pasado del verbo “deputare”, que significaba “evaluar”, “aprobar”. Sin embargo, en el sentido actual, su uso empezó con el filósofo Montesquieu, que en 1748 llamaba “députés” a las personas designadas a un cargo a través de una elección. A partir de la toma de la Bastilla, en 1789, al inicio de la Revolución Francesa, se utiliza para denominar a los miembros del Parlamento elegidos por el voto popular.
Malmenorismo
Una expresión cada vez más utilizada en el mundo hispanoamericano para referirse a la forma de pensar de los sectores de los electorados en distintos países que consideran que, ante malos candidatos y candidatos catastróficos, se debe optar por el “mal menor”, o sea, los malos. Así se expresaron diferentes sectores en las elecciones peruanas del año pasado, cuando en la segunda vuelta los votantes tuvieron que elegir entre el conservador de izquierda Pedro Castillo y Keiko Fujimori, de derecha, defensora de la dictadura de su padre, Alberto Fujimori, que gobernó en los años 90.
La filosofía del “mal menor” es muy antigua. En la Odisea, el relato de las desventuras de Ulises luego de la Guerra de Troya (mientras intentaba volver a su Ítaca natal), está reflejado en el caso de Escila y Caribdis, dos monstruos marinos de la mitología griega que vivían en orillas opuestas del estrecho de Mesina, entre Calabria y la isla de Sicilia.
Escila vivía en los acantilados junto al mar, tenía seis patas y seis cuellos largos y devoraba a cualquiera que se acercara. Caribdis tragaba una inmensa cantidad de agua que vomitaba tres veces por día, provocando colosales remolinos que hundían cualquier barco.
Ulises optó por acercarse a Escila, lo que causó la muerte de seis de sus compañeros. Pero, si se hubiera acercado al lado donde estaba Caribdis, todos habrían muerto.
Este es el origen del proverbio romano “incidit in Scyllam cupiens vitare Charybdim” (cayó ante Escila por querer evitar a Caribdis).
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Corrupción
Esta palabra, tan utilizada a lo largo de la historia, pero mucho más en las últimas décadas, proviene del latín “corruptio”. El prefijo “con” (junto) que cambia a “cor”, sumado al verbo “rumpere” (romper). El sufijo “tio” indica acción, efecto.
Soborno
Palabra proveniente del latín “subornare”, que indica “proveer desde debajo” (o sea, de manera oculta).
Propina
El término proviene del latín “propināre”, que significa ‘propinar’ en el sentido de “dar de beber”. Esta palabra latina tendría, a su vez, origen en el griego antiguo: προ(‘antes’) y πίνω (‘beber’). En Argentina y otros países hispanoparlantes, la palabra “propina” tiene el sentido exclusivo de «gratificación» a un mesero. En Brasil, en cambio, la palabra es utilizada para referirse a una cantidad de dinero que se ofrece a alguien a cambio de un favor o beneficio casi siempre ilícito.
Robar
El término proviene del latín “raubare” que, a su vez, proviene del protogermánico “raubōną”, que significa “saquear”. Otro clásico mundial, del cual los políticos latinoamericanos a lo largo de los últimos dos siglos han sido intensos practicantes.
Hace 112 años, Argentina ya llamaba la atención en este rubro. Decía entonces el estadista francés Georges Clemenceau, al visitar Buenos Aires en 1910: “La Argentina solo crece porque por la noche los políticos y empresarios duermen y no pueden robar. Mientras tanto, por la noche el trigo crece y las vacas fornican con lujuria.”
(Traducido por Adelina Chaves)