La flota de alta mar de Bolivia bombardea Ulán Bator, capital de Mongolia. El gobierno comunista soviético boliviano envió a su Marina, financiada por George Soros, para acabar con el gobierno democrático de derecha y cristiano del país asiático”.
Este es el tipo de fake news surrealista [asegúrese de comprobar los hechos al final de esta columna] que no me sorprendería ver un día en las redes sociales brasileñas, donde florecen las más delirantes teorías conspirativas y noticias falsas. Y, así como ésta, totalmente ilógicas.
El caso más reciente de fake news de este tipo es el de la diputada brasileña Bia Kicis, que publicó un tweet en el que afirmaba, sin matices, que “en la Argentina ya no existe la propiedad privada en el campo”.
Con esta afirmación categórica de la diputada, solo podemos imaginar que hubo una especie de revolución bolchevique que implicó la expulsión de todo tipo de terratenientes y agricultores de los campos argentinos. Y, en su lugar, todas las áreas agropecuarias pasaron a manos del Estado o fueron colectivizadas. Como en los primeros tiempos de la extinta URSS.
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Este tipo de medida, en un país que es uno de los principales exportadores de alimentos del planeta, hubiera sido noticia mundial, con amplio espacio en el Washington Post, The Guardian, Le Monde, CNN, GloboNews y aquí en LABS, entre otros.
Sin embargo, no fue noticia mundial. Simplemente porque la estatización o confiscación de todas las áreas agropecuarias del país no ocurrió. En el mundo real, la propiedad privada continúa existiendo en el campo (y en las áreas urbanas) de Argentina.
Las fuentes
La fuente que la diputada mencionaba en su post surrealista (tal vez sería mejor el término “dadaísta”, ya que la información no tiene lógica) es Carlos Pampillón, un desconocido para el público argentino en general. Y no es para menos, ya que el punto culminante de la vida pública de Pampillón en Argentina fue su precandidatura a concejal en el balneario de Mar del Plata en el ya remoto año de 2013. Sí. Precandidato a concejal (sic). Por si fuera poco, Pampillón es un hombre identificado en la política local como una persona vinculada a grupos neonazis argentinos (grupos que – afortunadamente – son una minoría inexpresiva… por lo menos actualmente).

Así, la diputada optó por no recurrir a prestigiosos medios de comunicación y académicos de peso internacional y prefirió utilizar como fuente a un precandidato a concejal con aparentes tendencias nazis. Cada dos por tres las personas que divulgan fake news en las redes alegan haber recibido “información crucial” de un amigo o familiar. O del amigo del cuñado del vecino de doña Eustaquia, tía abuela por el lado paterno de Wesleysney, que hizo la secundaria con Claudinerson, que era vecino del contable del diputado Sarapatel Thompson en Santo Antonio de Jacutinga.
Tenemos, entonces, una “endogamia” informativa, porque estas informaciones se comparten entre miembros de redes que confían entre sí (o que desean confiar entre sí).
Para complicar las cosas, una mentira que cuenta con muchos retweets o “me gusta”, adquiere más credibilidad. Las fake news dependen de una especie de fe. O sea, no necesitan evidencias que la confirmen. “Yo creo!”, gritan los retweeteros de fake news, como fanáticos religiosos que no quieren ver las evidencias científicas.
Esta “certificación” conferida por los retweets (o por compartir las noticias en WhatsApp) aumenta gracias a la repetición ad nauseam. Sin embargo, siguen siendo mentiras. Pero muchas personas – ingenuas o ignorantes – necesitan creer en ellas, porque son mentiras funcionales a sus prejuicios, sus miedos, sus paranoias o sus convicciones – o “cruzadas” – ideológicas.
Imágenes reales (pero en modo “volver al futuro”)
Cada semana dedico buena parte de mi tiempo en las redes sociales a desmentir las más variadas noticias falsas. Algunas pocas están muy bien elaboradas. Pero la inmensa mayoría parece hecha por un grupo de personas que consumió peyote (o alguna otra substancia alucinógena).
He visto de todo en más de una década, como mensajes que afirman que Don Pedro II había instalado la “dinastía” de los Stroessner en Paraguay. Más allá del delirio histórico, existe el delirio cronológico, ya que Don Pedro II fue derrocado en 1889 y murió en París en 1891. El bávaro Hugo Stroessner (padre del dictador) emigró a Paraguay en 1895.
Otras personas suelen enviar “imágenes de protestas” en Buenos Aires (que en realidad son de Caracas, Venezuela), entre otras.
Pero todo esto es muy preocupante cuando vemos presidentes, ministros y legisladores (y sus influencers militantes) que publican posts sobre «hechos» que no ocurrieron. Y peor todavía, sobre “hechos» que tampoco tienen lógica, como es el caso de la diputada Kicis.
Menos de un mes antes del post de la diputada Kicis, fue el turno de un influyente deportista brasileño, el luchador Renzo Gracie, un militante bolsonarista, que el 12 de julio publicó el video de una violentísima manifestación en la Plaza del Congreso, frente al Congreso Nacional, en el barrio de Monserrat, en Buenos Aires. Con ironía, decía “Mientras tanto, en Argentina, todo sigue su curso normal… por eso estamos con Bolsonaro”.
Sin embargo, hubo un delay digno de Marty McFly y su DeLorean, ya que las escenas – en el mundo real – no habían ocurrido ese día ni esa semana, durante el gobierno de Alberto Fernández.
Las escenas eran reales. Y habían tenido lugar en Buenos Aires, pero tres años y medio antes, en diciembre de 2017, durante el gobierno del presidente Mauricio Macri (2015-2019). La manifestación, que derivó en una gran reyerta, fue una protesta contra un proyecto de reforma fiscal del entonces presidente.
Otra persona retweeteó el tweet de Gracie, quejándose de que yo no estaba informando de la manifestación. Con el approach habitual de esas personas, el tipo dijo “¡Ni pío, malditos!”. Le expliqué pacientemente que sí, que había hablado de eso… pero cuando sucedió, en 2017.
Este es otro personaje de las fake news, el fiscal o policía que persigue a los que no “informan” sobre el asunto (aunque sea falso).
Recapitulando:
- 1. Tenemos al creador de fake news.
- 2. Luego, tenemos al replicador/retweeteador/divulgador de fake news de terceros.
- 3. Por fin, tenemos al fiscal de las fake news, que presiona a los periodistas y a otros civiles, acusándolos de “ocultar” u omitir el asunto.
Argentina sin carne
En octubre del año pasado, el presidente Jair Bolsonaro protagonizó una de sus tantas fake news sobre asuntos internacionales. Por las redes sociales, mencionó que Argentina estaba “sin carne”. O sea, que uno de los países con mayor consumo de carne per cápita del planeta ya no tenía ni siquiera un kilo de bife. El presidente sostenía que esto se debía al “modelo económico” del país.
De hecho, la afirmación “Los argentinos están sin carne” entra en la categoría “delirium tremens plus”, ya que en el mundo real los bueyes y las vacas siguen pastando en las Pampas argentinas para posteriormente ir al matadero y de allí a las carnicerías, para que finalmente, sus respectivos bifes y congéneres sean devorados por los consumidores argentinos.

Argentina acumula muchos problemas económicos y, al momento del tweet presidencial, su consumo de carne vacuna per cápita había caído, en las anteriores cinco décadas, de 99 kilos anuales por habitante a 50,5 kilos. Pero a pesar de eso, Argentina seguía segunda en el consumo mundial de esa proteína, solo detrás de su clásico rival, Uruguay, en la competición secular de cuál consume más carne vacuna. E incluso por delante de los Estados Unidos y el propio Brasil.
Si Argentina se hubiera quedado sin carne, como dijo el excapitán del Ejército y licenciado en educación física, habría sido el escenario de una rebelión. Y, además, habría sido noticia en la prensa mundial. Con ironía, el escritor Alan Pauls suele afirmar que “la única droga que ningún gobierno prohibirá jamás en Argentina es la carne vacuna”. Claro que en el mundo real esto no sucedió. Si, por casualidad, sucedió en la Argentina de la Tierra Plana, tendrán que consultar a los terraplanistas de turno al respecto.
Seis millones de argentinos “en éxodo” hacia Brasil
En agosto de 2019, pocos meses antes de las elecciones presidenciales en Argentina, Bolsonaro dijo que millones de argentinos partirían en éxodo hacia Brasil en caso de una victoria de lo que él llama de “izquierda” (el peronismo). Según Bolsonaro, el éxodo argentino sería similar al venezolano.
Pero, para ser similar, tendrían que migrar 6 millones de argentinos, un número sin precedentes en la historia del país (lo que también sería… noticia mundial).
Los argentinos parten en éxodo desde la década de 1960, tanto por persecuciones políticas en tiempos de dictadura como por crisis económicas. Miles partieron entre 1966 y 1970, durante la dictadura del general Onganía; entre 1973 y 1975 debido a la acción del grupo paramilitar Triple A, que actuó en el gobierno de Juan Domingo Perón y su sucesora Isabelita Perón; entre 1976 y 1983, debido a la persecución política y la crisis económica de la dictadura militar; entre 1989 y 1990, por la hiperinflación; entre 1996 y 1997, por la recesión del gobierno de Menem; y entre 2001 y 2003, por culpa de la más grande crisis económica de la historia del país.
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Posteriormente ocurrieron otras migraciones, pero no en un volumen que constituyera un éxodo. Los éxodos argentinos ocurren principalmente hacia España, Italia y otros países de la Unión Europea. También hacia los Estados Unidos. Brasil nunca fue un país importante en la migración argentina.
Aun así, recientemente el presidente Bolsonaro volvió a afirmar que en 2019 había profetizado el “éxodo argentino” y que actualmente eso está “ocurriendo”. Las declaraciones de Bolsonaro causaron sorpresa en Buenos Aires, ya que tal éxodo no existe.
Bolsonaro retomó el asunto luego de que blogueras brasileñas y algunas notas publicadas en medios de comunicación brasileños de menor importancia afirmaran que los argentinos, “víctimas del socialismo” (sic), estaban cruzando hacia el lado brasileño de la frontera.
Los relatos se basaban en la historia de una (una, sic) familia argentina que había viajado a Brasil en un bote, con el cual habían cruzado a Bolivia. Posteriormente, de Bolivia cruzaron la frontera con Paraguay. Y de Paraguay habrían entrado a Brasil. ¡Vaya operación compleja!, tomando en cuenta que es mucho más fácil cruzar de Argentina a Brasil por alguno de los varios puentes que conectan a los dos países (o, si querían hacer ese trayecto más largo, podrían haber cruzado por el puente con Bolivia).
Uno de los aspectos más destacados de esta noticia falsa es la imagen del bote cruzando el río Bermejo, entre la frontera de Argentina y Brasil, mostrando que la familia de argentinos habría “huido arriesgando su vida”.
Pero, en realidad, la imagen es de la tragedia de un “gomón” (bote de goma) lleno de vendedores ambulantes bolivianos, que regresaban a su país con mercaderías de contrabando. Ese bote se hundió el 3 de marzo de este año. El asunto fue noticia en su momento. Varias personas murieron ahogadas. Las demás llegaron a las orillas del río nadando con gran dificultad.
La imagen inicial del video de la familia argentina “en fuga” es realmente la de este bote. Pero en la segunda parte del vídeo, el bote llega a aguas tranquilas del lado boliviano, donde atraca en un fondeadero de piedra. Bueno, eso es muy poco probable, ya que el bote de la primera parte del video se hundió.
No sería raro que algún bloguero sensacionalista brasileño afirmara: “¡Hasta los cardenales argentinos están partiendo de Argentina en éxodo!”. Un buen titular sería: “¡En Argentina trabajaba como cardenal! ¡Pero debido a la crisis migró hacia Europa y ahora es Papa!”. Ilustrando la noticia, la foto de Jorge Bergoglio, ex Cardenal Primado de Argentina, también conocido como Papa Francisco. Todo es posible.
Los “estalinistas peronistas”
No, no, no… los peronistas no son comunistas, al contrario de lo que afirman varios propagadores de fake news en Brasil. ¿Cómo podría ser “comunista” un partido cuyo fundador, el general Juan Domingo Perón, recibió con los brazos abiertos a los criminales de guerra nazis (los nazis, advierto, son de extrema derecha) durante media década, luego del fin de la Segunda Guerra Mundial?
Los estadounidenses argumentan – a modo de “explicación” – que importaron científicos del Tercer Reich. Perón importó torturadores, genocidas y afines. Perón fue amigo de los dictadores de derecha Anastasio Somoza (Nicaragua), Alfredo Stroessner (Paraguay), Leónidas Trujillo (República Dominicana), entre otros.

Stroessner, amigo de Perón, es un ídolo para el presidente Jair Bolsonaro. El jefe de Estado brasileño declaró varias veces su admiración por el difunto ex dictador paraguayo (famoso por hacer de Paraguay un hub de drogas y contrabando de bebidas, además de ser un notorio pedófilo). ¿Sería Bolsonaro un admirador de un dictador de izquierda? No. Stroessner era de derecha, como su amigo Perón.
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En 1973, dentro del gobierno de Perón, se creó la “Triple A”, grupo paramilitar que cazaba – y mataba – a políticos y militantes de izquierda.
Los peronistas fueron responsables por la estatización de varias empresas y también por las más grandes privatizaciones hechas en la historia del país. La pareja Néstor y Cristina Kirchner fue crucial para ayudar al entonces presidente, Carlos Menem, a privatizar una gran cantidad de estatales. Una década después, Cristina, entonces presidente, renacionalizó una pequeña parte de las empresas que habían sido privatizadas. Y, en esa ocasión, con el respaldo de Menem. Todos ellos peronistas.
El actual presidente, Alberto Fernández, fue del partido neoliberal de Argentina, la UCeDé, en la década de 1980. En la década de 1990 trabajó para el neoliberal Menem. Y ahora está en el peronismo y tiene a Cristina Kirchner como vice. La misma Cristina que respaldó las privatizaciones en el pasado.
El Peronismo es peculiar. Pero difícilmente se lo pueda clasificar como “izquierda” (y nunca como “comunista”). El Peronismo es el tipo de estilo político que a la hora del almuerzo puede implementar una medida neoliberal y a la hora del té un decreto de intervencionismo estatal. ¿Contradictorio? Sí. Pero, para los peronistas, funciona. Y muy bien. Desde la vuelta de la democracia, en 1983, los peronistas ocuparon el poder por 26,5 años.
Sin embargo, para las fake news, es fundamental que suceda algo altamente “dramático”. Y, así como el peronista Alberto Fernández no estatizó las grandes empresas, el neoliberal Mauricio Macri no privatizó nada. Esta es la realidad, que puede ser traumática tanto para los críticos de Fernández como para los críticos de Macri.
Aviso final
Para los que no saben, explico que:
1 – Bolivia no tiene flota de alta mar. El país ni siquiera tiene salida al mar, pues perdió el puerto de Antofagasta a manos de Chile a fines del siglo XIX. Sin embargo, tiene un par de barcos en el lago Titicaca, pero es una armada lacustre, simbólica. Pero, no cuenta con barcos para cruzar el Océano Pacífico y acercarse a Mongolia.
2 – Mongolia no tiene costa. El país está enclavado entre Rusia y China. Por lo tanto, aunque Bolivia tuviera una armada oceánica, no podría acercarse a Ulán Bator y derrocar a su gobierno cristiano de derecha.
3 – Aunque Bolivia tuviera una armada y Ulán Bator estuviera sobre el Pacífico, la flota no podría derrocar al gobierno democrático y cristiano de Mongolia. Primero, porque es un gobierno autoritario. Segundo, porque es imposible que fuera cristiano, ya que el cristianismo es practicado solo por el 2,2% de su población.
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Traducido por Adelina Chaves