Existe otro tenebroso 11 de septiembre en la Historia mundial que no es el de 2001. En este caso, es un 11/9 protagonizado por el autor del primer ataque extranjero hecho con una bomba en un automóvil en la capital de los Estados Unidos (o sea, un caso de terrorismo internacional). El mismo hombre que ordenó en su país el asesinato de más de 3 mil civiles y autorizó la violación colectiva de casi 3.400 mujeres. El terrorista en cuestión es un hombre por el cual el presidente Jair Bolsonaro ya declaró su admiración. No, no se trata del pedófilo dictador paraguayo Alfredo Stroessner, al cual Bolsonaro calificó como “gran estadista”. En este caso, nos estamos refiriendo al general chileno de voz de falsete, Augusto Ramón Pinochet Ugarte, dictador chileno entre 1973 y 1990, comandante del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.

Ataque a 20 cuadras de la Casa Blanca
El 21 de septiembre de 1976, la capital de los Estados Unidos fue golpeada por un atentado terrorista internacional. Fue el primer ataque terrorista con una bomba en un automóvil en Washington con víctimas fatales. En esa época, el mundo vivía la Guerra Fría. ¿Pero, quién era el autor de la explosión? ¿Los soviéticos de la KGB? Niet. ¿Los comunistas cubanos, queriendo vengarse de tantos intentos de asesinato contra Fidel Castro? No, señor. ¿Sería la Organización de Liberación de Palestina, que comenzaba a acumular tensiones con los EUA? Tampoco. El autor del ataque era un aliado de los Estados Unidos, el general Pinochet, al que no le importó que el atentado fuera en tierra americana.
Pinochet había ordenado el asesinato del ex canciller de Allende, Orlando Letelier, que estaba en el exilio. Los hombres del dictador pusieron una bomba en su auto a menos de 20 cuadras de la Casa Branca, en Sheridan Circle, corazón del barrio diplomático en Washington. En la explosión también murió la secretaria de Letelier, Ronni Moffit.
LEE TAMBIÉN: Outsiders de la política escribirán la nueva Constitución chilena
El ataque terrorista en Washington inició una investigación del FBI que, por efecto dominó, desató averiguaciones sobre las violaciones a los Derechos Humanos en Chile (y también en Argentina y otros países de la región con dictaduras militares). Eso también marcó un gradual distanciamiento del gobierno del demócrata presidente americano Jimmy Carter con Chile.
Sin embargo, la ruptura de los EUA con Pinochet tardaría una década en llegar y ocurriría – paradójicamente – con el republicano línea dura Ronald Reagan en 1986, cuando la Casa Blanca se dio cuenta de que el dictador chileno no era más funcional a sus intereses.
Aviones también
Los aviones también hicieron parte crucial del 11/9 chileno, ya que las escenas más marcantes del golpe de Pinochet son los momentos en que los aviones militares bombardearon el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, en Santiago, donde estaba el presidente civil Salvador Allende.
El ataque fue realizado con aviones Hawker Hunter, que dispararon misiles Sura P3. La fuerza aérea hizo cinco ataques consecutivos. En el último, los aviones dispararon sus cañones automáticos Rolls Royce Aden.

El palacio histórico quedó semidestruido. Debido al ataque de Pinochet, documentos históricos y obras de arte fueron incineradas. Aquel día, para no ser capturado por los golpistas, el presidente Allende se suicidó.
Torturas y asesinatos
En 2010 la Comisión Valech (la Comisión de la Verdad chilena) determinó que durante la dictadura pinochetista (entre 1973 y 1980) fueron detenidos y torturados 40.018 civiles. El informe decía que de ese grupo 3.065 civiles fueron asesinados. Otros 1.200 continúan desaparecidos.
Entre los torturados había 170 niños menores de 13 años, considerados “subversivos” por el paranoico régimen. El dictador afirmaba que tenía información sobre todo: “¡en este país no cayó una hoja de árbol sin que yo lo supiera!”.
LEE TAMBIÉN: Cuba: un restaurante vegetariano con pato a la naranja en el menú
Otras 200 mil personas se exilaron para huir de la tortura y el asesinato. Luego del final del régimen, Pinochet hizo una autoevaluación: “¡esto nunca fue una dictadura…fue una dictablanda!”.
Pinochet convirtió al estadio Nacional de Santiago en una mega prisión, donde fueron detenidos 40 mil civiles que el nuevo régimen militar consideraba opositores. Muchos allí fueron torturados en las tribunas y varios de ellos fueron asesinados en el césped. Una especie de campo de concentración dentro de la capital. De cierta forma fue como un Coliseo, aunque sin público.

Uno de los más famosos ejecutados fue el estadounidense Charles Horman, cuya muerte inspiró la película “Missing“, del director franco griego Costa Gavras. A raíz de los desaparecidos, el estadio fue declarado monumento nacional por el gobierno chileno. Allí, en un área preservada tal como era en 1973, un cartel ostenta las palabras “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.
La obsesión de Pinochet contra las mujeres
El régimen chileno tuvo una obsesiva saña contra las mujeres. Eso queda evidente en el informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, que registró que, de las 3.621 mujeres detenidas, 3.399 sufrieron alguna forma de abuso sexual. El informe indica que 316 fueron violadas de forma individual o colectiva por los militares y policías. Algunas mujeres fueron violadas en un día específico. Otras fueron violadas durante semanas o meses.
Un total de 216 mujeres quedaron embarazadas. La mayoría, por la serie de torturas que continuó sufriendo, tuvo abortos provocados por la seguidilla de descargas eléctricas, “submarinos” (el “submarino húmedo” consistía en colocar sus cabezas en baldes de agua llenos de orina, heces y otras deyecciones. Los oficiales también aplicaban el “submarino seco”, o sea, la asfixia con una bolsa de plástico), simulacros de fusilamientos, entre otros. De las mujeres embarazadas por los torturadores, seis dieron a luz a los hijos no deseados de sus torturadores.
La dictadura de Pinochet aplicó torturas medievales contra diversas mujeres. Una de las modalidades era la de obligar a padres y hermanos a ver las violaciones para forzar “confesiones”. En varios casos registrados, los militares obligaban a padres y hermanos a tener relaciones sexuales con sus hijas.
Otro modus operandi era el de colocar ratones vivos dentro de las vaginas de las prisioneras. Los militares pinochetistas también utilizaron perros (pastores alemanes y mastines) para violar mujeres.
Una de las personas que integraba el equipo de torturadores era la policía Ingrid Olerock, hija de alemanes militantes del nazismo que se hizo famosa dentro de la DINA (la policía secreta de la dictadura) por usar a su perro Volodia para las violaciones. Una de las sobrevivientes de ese infierno, la chilena Beatriz Bataszew, declaró años atrás que “esto no fue solo violencia sexual…fue violencia política sexual, porque tenía como objetivo domesticarnos, disciplinarnos, y especialmente castigarnos, porque nosotras éramos mujeres que luchábamos de forma decidida contra la dictadura”.
El ok de Pinochet a la pedofilia
En 1961 el alemán Paul Schaefer, un predicador evangélico pedófilo que durante el Tercer Reich había participado del partido nazi en Sieburg, huyó de la Justicia alemana y migró hacia Chile. Allí creó la “Sociedad Benefactora Dignidad” en la región de Maule.
La “Colonia Dignidad” era una hacienda de 17 mil hectáreas que se transformó desde su creación, en los años 60, en un “Estado dentro del Estado”. Una especie de “país iglesia”.
A partir del golpe de 1973, y gracias a su relación de amistad con Pinochet, Schaefer transformó el lugar en un centro clandestino de la DINA. Allí fueron detenidos y torturados centenas de prisioneros. En esa época fue instalada una red secreta de túneles y bunkers. La colonia, rodeada por rejas de alambre de púa, no aparecía en los censos realizados en Chile. Pinochet visitaba a Schaefer con relativa frecuencia.
LEE TAMBIÉN: La Marina de alta mar de Bolivia bombardea Ulán Bator – ¿será verdad?
El dictador aprovechó las condiciones de aislamiento y secreto del lugar para la fabricación clandestina de gas sarín. La dictadura utilizaba el gas en pequeñas dosis para hacer atentados contra exiliados políticos en el exterior.
Schafer mantenía un régimen nazi dentro de la colonia, impedía que los colonos (la mayoría alemanes o hijos de alemanes) salieran de allí, fiscalizaba todas las cartas que entraban y salían de la colonia. Los habitantes tenían un contacto mínimo con el exterior y eran constantemente adoctrinados. Las relaciones sentimentales estaban controladas por Schaefer y solo podían suceder luego de su autorización. Los campesinos del área fuera de la colonia entregaban a sus hijos a Schaefer, ya que este les prometía que sus hijos tendrían “educación gratuita”. Sin embargo, en vez de educación, eran sodomizados por el ex cabo nazi.
Con la vuelta de la democracia, en 1990, la Justicia fue tras Schafer. Él huyó y estuvo desaparecido durante años. Se sospechaba que estuviera escondido en un bunker dentro de la colonia. Pero finalmente fue encontrado y detenido en Argentina. Extraditado a Chile, fue condenado y preso.
Plan Condor
En 1974 Pinochet diseñó para los colegas dictadores de la región el “Plan Condor”. Era una forma de coordinación de operaciones de represión de los regímenes militares del Cono Sur. Servía para intercambiar informaciones sobre la denominada “subversión”, para el intercambio de prisioneros y también para colaborar en los secuestros y asesinatos de opositores políticos exiliados en países fuera de la región.
LEE TAMBIÉN: Recorte cosmético de ceros en la moneda venezolana
En el área interna Pinochet también protagonizó el denominado “genocidio cultural” con la quema de decenas de bibliotecas. El mismo régimen, en 1988, admitió la quema de 15 mil libros, pero especialistas defienden que el número real fue muy superior.
Uno de los casos más bizarros fue la quema de libros sobre el estilo de pintura “cubismo”. ¿El motivo? Los provincianos militares creían que “cubismo” tenía que ver con Cuba, la “Cuba comunista”.
Bolsonaro admira lo que la derecha chilena ya rechaza
Actualmente la imagen de Pinochet, cada vez peor y con menos defensores en Chile, está llevando a la UDI, partido de derecha que desde la vuelta de la democracia siempre respaldó al exdictador, elogiándolo de forma casi permanente —, a despegarse de su figura.
En los últimos años, las fotos de Pinochet fueron gradualmente removidas de las paredes de la sede partidaria hasta que no quedó ninguna. En 2019 la presidente de la UDI en ese entonces, Jacqueline van Rysselberghe, sostuvo que era necesario “adecuar” la identidad del partido “a los nuevos tiempos”. Por eso, eliminó de la declaración de principios del partido cualquier referencia elogiosa a la destitución del presidente Allende y a la llegada de Pinochet al poder.
En 2019 el presidente Sebastián Piñera, de derecha, declaró que de ninguna manera compartía las alusiones hechas por Bolsonaro sobre la dictadura chilena.
Frases del autor del otro 11 de septiembre
El general Pinochet pronunció en público una lluvia de frases sobre su propia dictadura. Aquí, una breve antología:
- Esto nunca fue una dictadura…fue una dictablanda
- No conozco eso de los derechos humanos… ¿Qué es eso?
- Yo obtengo mi fuerza de Dios
- Me considero un ángel. Soy una buena persona. No tengo resentimientos. No me considero un dictador, pero si un ángel patriótico que no tiene que pedir perdón a nadie
- Dios me colocó aquí
- ¡Que gran forma de ahorrar! (frase pronunciada de forma entusiasmada cuando le informaron sobre sepulturas con dos o tres cadáveres de prisioneros políticos en cada tumba)
- Tengo esta cara cascarrabias… ¡talvez sea por eso que dicen que soy un dictador!
- Los estudiantes tienen que ir a la Universidad para estudiar, no para pensar… y si todavía tienen energía, pues, ¡que hagan algún deporte!
Reciclaje y usos lúdicos
En mayo de este año los chilenos eligieron a los integrantes de una Asamblea Constituyente que asumió en julio y que tiene un plazo máximo de 12 meses para elaborar una nueva carta magna. De esta forma, será el fin de la actual constitución chilena, creada por Pinochet en 1980.
O sea, en el segundo semestre del año que viene, los millones de ejemplares de la constitución pinochetista impresos en estas cuatro décadas serán reciclaje de celulosa. Sin embargo, la revista “The Clinic” sugirió con ironía algunas alternativas creativas:
- Usar la vieja constitución para nivelar el lavarropas (¿vieron, cuando falta poner un apoyo extra en una de las patas?)
- Usarla como material inflamable para ayudar en la preparación del asado dominical.
- Hacer un experimento científico y verificar cual es el punto de ignición de la misma.
- Otro test científico: dejar el ejemplar dentro de un balde inmerso en alguna gaseosa para ver si se disuelve.
- Picar el ejemplar y usarlo como papelitos para tirar en el estadio durante el partido.
- Colocarle unos elásticos y hacer una máscara de Halloween con la tapa.
- Jugar al básquet con las hojas en el cesto de basura.
- Usar las hojas para hacer avioncitos o barquitos de papel. También existe la posibilidad de realizar origamis.
- Y, como última opción, “The Clinic” sugiere anotar su número de teléfono en la primera página, dejar el ejemplar apoyado en el banco del ómnibus y ver si algún día alguien agarra la vieja e impopular constitución, la abre y llama para devolverla…
(Traducido por Adelina Chaves)